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    MI PAPITO

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    MI PAPITO Empty MI PAPITO

    Mensaje por Alejandro Guardiola Mar Mar 17, 2020 11:46 am

    Un perro se desliza por la acera
    un viejo camina sin saber adonde
    la calle abandonada se observa en lontananza
    son los días de niebla de los meses de octubre


    Las tardes son más cortas y el declinar empieza
    preludiando las horas de una noche cercana
    y desde la ventana por entre las cortinas
    diviso dos amantes perdidos en el beso


    Los chismes del pueblo que cuentan abuelas
    la vieja rota y desteñida alfombra
    el fuego encendido en la vieja chimenea
    y el búcaro en la mesa para poner las rosas


    Hoy mis versos no plasman un te quiero
    un mar de recuerdos me roban la calma
    estoy solo en la casa solitaria
    donde antaño nos quisimos tú y yo


    Brasero sin fuego, pájaro sin nido
    triste solitario de las viejas horas
    llenas de recuerdos de la vida misma
    por un amor que ha muerto sin haber nacido


    Recuerdo una vez no muy lejana
    paseando tu donaire ante mi ventana
    poco a poco me fuiste enamorando
    y me rendí por entero a tu amor prendado


    Vivo solitario prendido de mis letras
    buscando por el mundo hallar otro destino
    y en esa inútil hazaña he perdido la partida
    porque como olvidar lo que tanto se ha amado


    Recuerdas de chiquitos yo tenía veinte años
    la patria me llamaba a cumplir con mi deber
    aquella tarde de abrazos no lloraste siquiera
    con la boca chica me dijiste te esperaré


    Al sonoro rugido del cañón
    fui la muerte o la gloria a buscar
    y en la gran tumba de la noche
    vi la sangre de los caídos sin más


    En la triste soledad de las sombras sin reflejo
    olvidando de Dios el santo nombre
    luchamos como soldados valerosos
    procurando a la patria devolverle la paz


    Los campos para siempre desolados
    tras el golpe del fusil y la matanza
    el orbe cubierto de olor a metralla
    en tiempo de miedo tristeza y pavor


    Luchando con fiereza hermano contra hermano
    sin ceder ni un palmo al que viene detrás
    maldiciendo la hora en que me hicieron hombre
    entre campos bañados de sangre tierra y lodo


    Con la sonrisa presta y el equipaje puesto
    partí raudo hacia el pueblo querido
    la guerra por fin había terminado
    y yo regresaba a buscar a mi amada


    Con insignias de capitán por el valor demostrado
    y en el pecho la cruz de San Fernando
    llegué a casa de mis padres con el alma alborozada
    y tras los abrazos pregunté por ella


    No la busques, se ha casado
    con el amigo que tanto apreciabas
    tenía dinero, una vida apacible
    y te robaba la muchacha que tu deseabas


    Las penas se guardan muy dentro del alma
    el corazón cansado no quiere vivir
    maldije la guerra y a sus generales
    sabiendo que por ella todo lo perdí


    Conteniendo la ira que se desbordaba
    intenté calmarme más todo fue en vano
    y partí raudo sin escuchar a mis padres
    a buscar a la infame que me había olvidado


    Al estar frente a frente me faltaron palabras
    y bajé la mirada mientras daba la vuelta
    Dios, que hermosa que estaba
    con el vestido azul que la resaltaba


    Me acerqué a la playa, que estaba cercana
    a solas, en silencio, de pena lloraba
    quise quitarme la vida más era cobarde
    y no tuve valor al pensar en mis padres


    Quedaron palabras prendidas sin dueño
    en la triste hora del atardecer
    y mientras una gaviota a mi me miraba
    regresé a la casa que me vio nacer


    Brotaba un suave ritmo distraído
    de un violinista que lloraba también
    una música fúnebre cruzaba la calle
    y un perrito a su lado ladraba también


    Mis viejos sueños duermen, se apagaron
    la tarde se ha dormido, la noche ya despierta
    es hora de recuerdos que vienen a la mente
    junto a mis lágrimas que se lleva el viento


    Silencio en la noche, ya sale la luna
    por entre las nubes que van despejando
    solo mi herida sobre el propio cuerpo
    me recuerda que vivo sin haber vivido


    Un tropel de gente viene
    que mi amigo ha fallecido
    ya mi amada quedó sola
    más a mi no me importaba


    fui a la iglesia a verle partir
    a ese lugar del que no hay regreso
    al mirarle la cara la vi desolada
    Dios el muerto que tristes los ojos llevaba


    Un vecino me ha dicho que le engañaba
    aquella mujer que tanto adoraba
    que con otros hombres también se acostaba
    y él murió de pena, no lo soportaba


    Hoy se que me mientes con la mirada
    cuando al pasar me miras con fuego
    que fuiste de todos y que no eres nada
    tan solo la mujer de una triste moneda


    Una tarde me llamaste por mi nombre
    me dijiste me tu amor era sincero
    te casaste sin saber porque lo hacías
    influenciada por el alma del dinero


    Te miré con la pena entre los ojos
    al quererme besar yo te apartaba
    mientras soplaba la brisa
    de tu lado me alejaba


    Ni una queja, ni un lamento
    se escaparon de mis labios
    una sonrisa, un desprecio
    y un adiós, ya no te quiero


    Solo me quedan recuerdos
    de aquel amor tan sincero
    y un regusto en la mirada
    y aquel beso que no puedo


    Que no puedo olvidar aunque quisiera
    pues el corazón no sabe de mentiras
    amar o no amar siempre lo decide
    y aunque te mientas nunca prescribe


    Soy el frutal de amores, viento helado
    en que el dolor se embriaga hasta morir de olvido
    rodando por la vida como un eterno riego
    por aquella ingrata que olvidar no puedo


    Entre las sombras que la noche extiende
    se pierde lento mi eterno caminar
    buscando la caricia de una mano amiga
    o de aquella mujer a la que hay que pagar


    Un resplandor de fuegos no apagados
    una sonrisa a medio trastocar
    y el dorado vino que bulle en mi copa
    cuando algunas noches me salgo a emborrachar


    Una tarde paseando una mujer vi llorar
    mendigando una limosna que no le querían dar
    deposité unas monedas en su blanca mano
    y partí de allí sin volver la vista atrás


    Al día siguiente de nuevo la vi pedir
    en el triste callejón, la mano extendida
    esperé curioso sin que me viera siquiera
    porque una mujer tan joven, mendigaba caridad


    Pasaron las horas, la tarde acababa
    en un supermercado la vi penetrar
    al poco salía con algo en la bolsa
    caminaba sin pausa y me fui detrás


    Una vieja casona solitaria
    desgastada por el paso de los años
    una fuente de piedra frente a la entrada
    aquella casa respiraba soledad


    Llamé intrigado, la puerta se abrió
    una niña rubia de muy pocos años
    me miró extrañada y me preguntó
    quién es usted, lo sabe mi mamá


    Me cogió de la manita, me llevo hacia dentro
    cuatro sillas, una mesa y nada más
    compartían el triste comedor desierto
    y unas paredes desteñidas al compás


    Al verme la dama bajó la mirada
    y avergonzada me hizo sentar
    reconoció en mi a aquel hombre
    que la tarde aquella le quiso ayudar


    Con aquellas monedas que depositara
    en su blanca mano, por ser tan humano
    quiso sonreírme más su triste risa
    solo fue una mueca en su triste cara


    Comprendí la miseria que la acompañaba
    al ver en la mesa un poco de pan
    unas patatas y algunas acelgas
    y un vaso de agua para terminar


    Me despedí cortésmente con una intención
    ayudar a la hija, a la dama también
    me acerqué al cura de la triste aldea
    hablamos un rato tendido, los dos


    Cada semana llegaba el cura con el capacillo
    lleno de legumbres, de carne también
    una nevera hizo los agrados
    de los helados, de vino y de miel


    Entre sonrisa ella me miraba
    dando la esperanza a un nuevo amanecer
    terminaba la espera, rumbo a la esperanza
    como ráfagas de viento, acariciando mi rostro


    Se encendía el amor, la llama ardiente
    de nuevo brotaba en todo mi ser
    en la noche soñaba que me acariciaba
    que en los sueños era mi mujer


    Per en el día, por miedo callaba
    ella nunca supo cuanto la amaba
    pasaban los meses, la niña crecía
    mientras que yo de pena moría


    Las penas del alma son penas de un día
    que pasan y vuelven, que mueren contigo
    si no encuentras el bálsamo que cierra la herida
    que sangra y que sangra muy dentro del alma


    El cura me miró, no quiso callar
    al ver el dolor que a mi me partía
    le contó la verdad, de cuanto sabía
    le descubrió al caballero al que tanto debía


    Una tarde llamaron a la puerta
    en el sillón estaba reclinado
    pensando en ella, mientras dormitaba
    y aquellos golpecitos me despertaban


    Abrí la puerta, allí estaba la ni8ña
    rubita, bonita con cara de ángel
    me cogió de la manita sin decirme nada
    me llevó a su casa muy alborozada


    Su madre de pie me estaba esperando
    con ese vestido que llevan las hembras
    al verme llegar, sonrisa me daba
    me invitó a cenar, así me pasaba


    Le hablé de mis sueños, de penas pasadas
    de aquella mujer que me traicionaba
    ella sentada, tranquila escuchaba
    al terminar me dijo que también me amaba


    Que supo de tanto que a mí me debía
    de la comida que nunca faltaba
    de aquel dinero que le acompañaba
    al mirarla supe que no me engañada


    Nos dimos un beso, un beso del bueno
    en la alegre noche me volvió la calma
    no más vino ni penas del alma
    pues la hermosa muchacha a mi me quería


    Al mirar a la niña, me guiñaba un ojo
    y al acercarse me llamó papá
    se abrazó a mi rodilla, pues más no llegaba
    mientras yo su rubia melena, la acariciaba


    Paseos ardientes en noche de luna
    en el dorado néctar de las horas felices
    ya no había sombras, tan solo la aurora
    ante un bello manto que siempre durara


    Una mañana entre besos le dije te quiero
    y he de pasar la vida por siempre contigo
    si no me rechazas la mano te pido
    pues yo sabré cuidarte, a eso me obligo


    Resuenan las campanas, alegres, joviales
    la iglesia está llena, pues soy potentado
    la gente curiosa que se arremolina
    la espera es lenta, el novio no llega


    La novia temblando está suspirando
    la niña la mira y pregunta mamá
    es que ese hombre a mi no me quiere
    es que yo no puedo tener un papá


    Montado sobre un carro de bueyes
    en la mañana alegre el padre aparece
    aquel hombre bueno al que tanto deben
    y la mujer sin pensarlo corre hacia él


    Su blanco vestido deslumbra el pasillo
    la gente se ríe, comprende muy bien
    ella me abraza, me besa en la boca
    el cura sonriente la llama hacia él


    Avanza colorada, mujer enamorada
    el vestido largo donde dos niñitos
    agarran la cola pues yo ellos no quieren
    perderse el momento en que hay un después


    y entre los banquillos un chiquito alegre
    riendo muy alto le manda un besito
    a la niña pequeña de melena rubia
    amigo de la escuela, de ella también


    La niña se aparta de su alegre mano
    a aquel niñito le tiende una mano
    le arrastra al pasillo, detrás de su madre
    el niño avanza con aire marcial


    Alcanzo el altar, me quedo a su lado
    y miro al niñito guiñándole un ojo
    el niño sonríe y aprieta la mano
    de aquella niñita que quiere tan bien


    El cura me habla, más yo no le escucho
    y siento unas manos que aferran mi pierna
    papá el cura te habla, te dice si quieres
    amar a mi madre, no digas que no


    Pues quiero un papito que cuide mis noches
    me arrope en la cama con todo cariño
    me de su besito de las buenas noches
    un padre querido que nunca me olvide


    Miré a la niña con sumo cariño
    y dije tranquilo, y dije que si
    llegaba la hora de las alianzas
    maldita la hora en que las olvidé


    La niña tranquila me dice bajito
    no te preocupes papá pues yo las cogí
    y me entregó la cajita donde reposaban
    las dos alianzas de aquel gran amor


    Mi mano temblaba cuando la introduje
    en el firme dedo de mi enamorada
    pasó aquel momento y un beso nos dimos
    que duró largo tiempo sin pausa y temor


    El cura tranquilo me puso la mano
    encima del hombro y me despertó
    yo sonriente le tendí la mano
    y junto a mi amada tranquilo salí


    Allí en la puerta la desdichada
    que un tiempo pasado me dijo que si
    al verme feliz con la enamorada
    de llanto terrible su pecho rompió


    Cayó de rodillas maldiciendo todo
    pues se daba cuenta de que me quería
    en el triste momento en que me perdía
    por el tanto cuento que siempre llevó


    La niña caminaba, la cabeza erguida
    a todas sus amigas les decía, mirad
    que tengo un papá que mucho me adora
    y yo la miraba y la sonreía


    Pasaron los años, transcurrió la vida
    hoy yazco junto a mi esposa querida
    en aquella tumba nunca solitaria
    a ese otro mundo que nos hemos ido


    Solo queda la casa vacía
    la vieja chimenea, el fuego apagado
    la calle solitaria con sabor a tierra
    en los días de niebla de los meses de octubre


    Y aquí acaba este cuento de un hombre perdido
    y de una mujer que la vida no pudo vencer
    que luchó por su niña con toda su alma
    que supo guardarse también para mí

    Alejandro Guardiola
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    Fecha de inscripción : 30/03/2017

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