Al trigal pregunté por tu recuerdo,
amarillo  en espiga reluciente,
me amparó de mirarlo tan ardiente
bajo el sol del verano de tu acuerdo.

Al jilguero indagué tu santo y seña
para hallarte dormido por la noche
y, se voló  sin darme cruel reproche
celoso de mis labios , que desdeña...

Al lucero temprano saludé
en el arrobamiento que no tarda.
Y el crepúsculo recio no me aguarda
tras la nube de plata lo miré.

La duda me ennegrece, larga guarda
Sin embargo, mañana volveré ...

 Amalia Lateano
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