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De a dos- (Cuento)
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De a dos- (Cuento)
Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
- “Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.
No conoce que estoy acostada como siempre a su lado y no duermo, que mis
ojos se estiran en un deslumbramiento que atraviesa la ventana y que la
quimera desviste mi instinto, y la debilidad de mi cuerpo se va ganando
poco a poco por la turbación del mañana y de las tinieblas que me
rodean.
Ud. no se percata, que pronuncié para mí sola, una elegía íntima para
encender un poco esa tenebrosa congoja, traspasada por ajenos ronquidos y
cercanos bostezos.
No percibe que mis apetitos se han ido desmesuradamente lejos, y mis
voracidades se ahogaron con el tiempo, que cada sombra sin duda será
semejante a otra, para resignarme a la rutina, como una expiación.
Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
-“Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.
No repara que el vientre me cruje porque el espacio lo apesadumbró a destiempo, y ya sabe que nunca más volverá a punto cero.
No diferencia, acaso, que soñaba con amarlo y darle hijos, hacerme madre, de esos que la vida le dio, y que me dio...
No alcanza a entender que la mayor degradación del espíritu es el
desarraigo de la sangre, que al ignorarla cada día, la indignó y llenó
de agujeros.
No distingue que me madrugaba amaneceres para no aflojar, antes que el
reloj me invitara a levantarme, arrastrando el cadáver de su esposa y de
sus otras amantes. Antes que me cepillara los dientes, recogiera mi
pelo, y saliera del cuarto lentamente sin un beso.
Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
-“Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.
No descubre, que la luna borroneada me acompañó durante más de treinta
años, hasta la esquina, mientras contaba y buscaba en la cartera
moneditas, que me dieran derecho a un traslado sin estrujones ni
opresiones, ni ahogos llevando opacos los anteojos, sin el roce de otros
viajeros y ser, para ellos, mejor dicho: No existir para nadie.
No debe reclamar, dientes adentro, por ese asiento negligentemente
vacío, ya que nunca invité a sentarse a otro pasajero, justo dos paradas
antes de descender... No le corresponde requerir, cuál fue el rito
matinal de cruzar la ruta entre bocinazos y frenadas insultantes,
transitando las veredas abandonadas, o inundadas y embarradas tras la
lluvia, por una cuestión de dignidad. Al alcanzar el espacio, he
suspirado, como segura de haber ganado un premio. Y después caminé con
hidalguía, esbelta y sonriente, y crucé la galería del tiempo.
No le pertenece mi pasado, porque mi prodigioso amparo fue el trabajo,
donde me sentí reina sin serlo y que a mi gusto me coloqué o quité la
máscara, el antifaz o la careta, según las circunstancias.
Siempre cierro a las 23 hs. el teatro, y enfrento al espejo soplón, y me
desmaquillo y peino, mientras acondiciono mi ropa, y me baño y perfumo
para ser la mujer que se sienta en una silla imaginaria y se cruza de
piernas...
Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
-“Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.
No debe importarle que esas referidas señales de un extraño inventen mi
aventura y que me sienta bella, que los años no me pesen y que por un
instante la vida se abra paso y se renueve.
Me acuesto a su lado cada noche, y él cree que todavía estoy dormida...
Pero yo sueño...
Amalia
- “Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.
No conoce que estoy acostada como siempre a su lado y no duermo, que mis
ojos se estiran en un deslumbramiento que atraviesa la ventana y que la
quimera desviste mi instinto, y la debilidad de mi cuerpo se va ganando
poco a poco por la turbación del mañana y de las tinieblas que me
rodean.
Ud. no se percata, que pronuncié para mí sola, una elegía íntima para
encender un poco esa tenebrosa congoja, traspasada por ajenos ronquidos y
cercanos bostezos.
No percibe que mis apetitos se han ido desmesuradamente lejos, y mis
voracidades se ahogaron con el tiempo, que cada sombra sin duda será
semejante a otra, para resignarme a la rutina, como una expiación.
Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
-“Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.
No repara que el vientre me cruje porque el espacio lo apesadumbró a destiempo, y ya sabe que nunca más volverá a punto cero.
No diferencia, acaso, que soñaba con amarlo y darle hijos, hacerme madre, de esos que la vida le dio, y que me dio...
No alcanza a entender que la mayor degradación del espíritu es el
desarraigo de la sangre, que al ignorarla cada día, la indignó y llenó
de agujeros.
No distingue que me madrugaba amaneceres para no aflojar, antes que el
reloj me invitara a levantarme, arrastrando el cadáver de su esposa y de
sus otras amantes. Antes que me cepillara los dientes, recogiera mi
pelo, y saliera del cuarto lentamente sin un beso.
Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
-“Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.
No descubre, que la luna borroneada me acompañó durante más de treinta
años, hasta la esquina, mientras contaba y buscaba en la cartera
moneditas, que me dieran derecho a un traslado sin estrujones ni
opresiones, ni ahogos llevando opacos los anteojos, sin el roce de otros
viajeros y ser, para ellos, mejor dicho: No existir para nadie.
No debe reclamar, dientes adentro, por ese asiento negligentemente
vacío, ya que nunca invité a sentarse a otro pasajero, justo dos paradas
antes de descender... No le corresponde requerir, cuál fue el rito
matinal de cruzar la ruta entre bocinazos y frenadas insultantes,
transitando las veredas abandonadas, o inundadas y embarradas tras la
lluvia, por una cuestión de dignidad. Al alcanzar el espacio, he
suspirado, como segura de haber ganado un premio. Y después caminé con
hidalguía, esbelta y sonriente, y crucé la galería del tiempo.
No le pertenece mi pasado, porque mi prodigioso amparo fue el trabajo,
donde me sentí reina sin serlo y que a mi gusto me coloqué o quité la
máscara, el antifaz o la careta, según las circunstancias.
Siempre cierro a las 23 hs. el teatro, y enfrento al espejo soplón, y me
desmaquillo y peino, mientras acondiciono mi ropa, y me baño y perfumo
para ser la mujer que se sienta en una silla imaginaria y se cruza de
piernas...
Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
-“Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.
No debe importarle que esas referidas señales de un extraño inventen mi
aventura y que me sienta bella, que los años no me pesen y que por un
instante la vida se abra paso y se renueve.
Me acuesto a su lado cada noche, y él cree que todavía estoy dormida...
Pero yo sueño...
Amalia
Re: De a dos- (Cuento)
Amalia: una prosa poética que se las trae.
No permanezcasen ese amor
amiga querida te lo digo llena de ternura
que es como un sueño hecho realidad.
Un beso, que el nuevo año que ya llegó
haga que la felicidad siempre camine a tu lado.
Te dejo reputación.
Juana
No permanezcasen ese amor
amiga querida te lo digo llena de ternura
que es como un sueño hecho realidad.
Un beso, que el nuevo año que ya llegó
haga que la felicidad siempre camine a tu lado.
Te dejo reputación.
Juana
JUANA PÉREZ DE ALTAMIRA- Co-moderador general
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 06/08/2012
Edad : 64
Localización : Chacabuco
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