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Secretos en la Biblioteca
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Secretos en la Biblioteca
La suave brisa del mes de enero entre los árboles y el aroma a tomillo e incienso que emana de la puerta de madera avejentada y astillada, con un llamador de bronce como corona de laureles en la calle Sarmiento entre Florida y San Martín no le deja dudas que ése es el lugar.
Vuelve la vista hacia la esquina para ver quién se acerca, cuando furtivamente una figura masculina atraviesa la calle en plena oscuridad.
El general Juan Manuel de Rosas ataviado con su traje de estanciero bonaerense pronuncia palabras inaudibles hasta que su figura se hace más cercana y con tono grave y tirano grita:
-¡Si te encontrás con él, los mataré a ambos!
La sombra se desvanece y ella queda sin aliento. Sus cabellos están erizados del susto. Procura ver a alguien, pero apenas logra refugiarse en su propio automóvil, toma aire y se recompone al beber un poco de licor que lleva en su petaca de cristal.
Su atuendo le resulta incómodo para conducir, Vestido largo, amplio, con escote generoso y cabello cubierto bajo la mantilla que resalta sus hermosos ojos negros. Ella sabe hacer hablar a su abanico con movimientos hechiceros para atraer o alejar a los galanes.
Amalia y José Mármol[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] están cumpliendo lo pactado: encontrarse en la biblioteca.
Ella baja decidida y se encamina por el adoquinado, apenas iluminada por un farol.
La puerta está abierta, deja apenas adivinar a dos gatos asustados que maúllan y la orientan en el caminar por ese pasillo angosto y en penumbras.
Sentado en una silla de terciopelo rojo percibe la figura de una silueta que se le hace más visible a la luz de una pequeña ventana abierta por donde se cuela el brillo de la luna llena.
Delicadamente él le corre la mantilla y ella lo atrae abanicándose hasta que sus labios se posan en la ranura de su pecho al descubierto.
Al día siguiente, Amalia desayuna a las ocho y treinta en el comedor familiar, ya lista para dirigirse al aeropuerto de Ezeiza a cumplir con su labor de azafata en el vuelo 515 que la trasladará a Chile. De tacos altos, medias de lycra, trajecito Chanel azul y camisa blanca con la insignia de la empresa y un bolso de cuero Luis Vouitton la acompañan en ese viaje.
¿Qué motivos oculta Amalia a su familia para programar una salida a las doce de la noche a una sala de la Biblioteca Popular?
Adoro el romanticismo que me acompaña en esos instantes mágicos que cuerpo y literatura se funden en una obra de amor, en que el peligro me acecha, pero al mismo tiempo me siento recompensada por ese deseo arrebatador, lujurioso, sin límites que hace chirriar la madera del escritorio y teñir de rojo mi cuerpo con el polvo de ladrillos.
Mi admiración por él, el mismo que escribió mi historia en la cárcel cuando Juan Manuel de Rosas lo condenó a la oscuridad y que más tarde me confesó así: “Don Bernardo Victorica usó para conmigo ciertas atenciones que estaban absolutamente prohibidas. Solo, sumido en un calabozo donde apenas entraba la luz del día por una pequeña claraboya, yo no olvidaré nunca el placer que sentí cuando el jefe de policía consintió en que se me permitiese hacer traer algunas velas y algunos libros. Y fue sobre la llama de esas velas que carbonicé algunos palitos de yerba mate para escribir con ellos sobre las paredes de mi calabozo, los primeros versos contra Rosas y los primeros juramentos de mi alma de diecinueve años, de hacer contra el tirano y por la libertad de mi patria, todo cuanto he hecho y sigo haciendo, en el largo período de mi destierro.”
Confieso que leo una y otra vez estas palabras que él me dedicó y llevo impresas en las primeras hojas de mi agenda.
Aterrizamos en Santiago y en dos horas embarcaremos de regreso a Buenos Aires.
Me preparo para cumplir un nuevo ritual en la biblioteca a las doce de la noche, en penumbras con vestido de seda, peinetón y mantilla. Me doy un baño de inmersión en leche tibia con miel para suavizar mi piel y me enjuago con agua de lavandas. Me pongo el uniforme y subo a la máquina poderosa rumbo a Buenos Aires.
Cuatro días después, en el apartado de noticias breves, los diarios comentan: En el umbral de la Biblioteca Popular, en la calle Sarmiento entre Florida y San Martín fue encontrada viva, en postura fetal, una mujer en aparente estado de confusión o perturbación mental.
No lleva objetos personales. Sus bolsillos están vacíos. Su cuerpo habitado por fantasmas. No pestañea ni responde a estímulos auditivos. Su piel delata que es joven. Sus labios agrietados susurran una que otra vez un nombre: “José”. Las autoridades sanitarias dispusieron su traslado al Hospital Fernández. Se solicita la colaboración de la sociedad para encontrar a quienes puedan aportar datos de filiación. Cualquier novedad presentarse en Sala de Guardia. Para facilitar su reconocimiento, se presenta una fotografía de la mujer, extrañamente ataviada con ropaje del siglo XIX.
Susana Ruggiero
Derechos Reservados
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] José Mármol: (Buenos Aires, 1817- id., 1871) Narrador y poeta argentino del romanticismo, perteneciente a la generación de 1837. Es uno de los principales escritores románticos de su país. Su obra más popular es la novela Amalia (1851-1855), alegato antirrosista. Escribió también dramas y poemas políticos.
Vuelve la vista hacia la esquina para ver quién se acerca, cuando furtivamente una figura masculina atraviesa la calle en plena oscuridad.
El general Juan Manuel de Rosas ataviado con su traje de estanciero bonaerense pronuncia palabras inaudibles hasta que su figura se hace más cercana y con tono grave y tirano grita:
-¡Si te encontrás con él, los mataré a ambos!
La sombra se desvanece y ella queda sin aliento. Sus cabellos están erizados del susto. Procura ver a alguien, pero apenas logra refugiarse en su propio automóvil, toma aire y se recompone al beber un poco de licor que lleva en su petaca de cristal.
Su atuendo le resulta incómodo para conducir, Vestido largo, amplio, con escote generoso y cabello cubierto bajo la mantilla que resalta sus hermosos ojos negros. Ella sabe hacer hablar a su abanico con movimientos hechiceros para atraer o alejar a los galanes.
Amalia y José Mármol[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] están cumpliendo lo pactado: encontrarse en la biblioteca.
Ella baja decidida y se encamina por el adoquinado, apenas iluminada por un farol.
La puerta está abierta, deja apenas adivinar a dos gatos asustados que maúllan y la orientan en el caminar por ese pasillo angosto y en penumbras.
Sentado en una silla de terciopelo rojo percibe la figura de una silueta que se le hace más visible a la luz de una pequeña ventana abierta por donde se cuela el brillo de la luna llena.
Delicadamente él le corre la mantilla y ella lo atrae abanicándose hasta que sus labios se posan en la ranura de su pecho al descubierto.
Al día siguiente, Amalia desayuna a las ocho y treinta en el comedor familiar, ya lista para dirigirse al aeropuerto de Ezeiza a cumplir con su labor de azafata en el vuelo 515 que la trasladará a Chile. De tacos altos, medias de lycra, trajecito Chanel azul y camisa blanca con la insignia de la empresa y un bolso de cuero Luis Vouitton la acompañan en ese viaje.
¿Qué motivos oculta Amalia a su familia para programar una salida a las doce de la noche a una sala de la Biblioteca Popular?
Adoro el romanticismo que me acompaña en esos instantes mágicos que cuerpo y literatura se funden en una obra de amor, en que el peligro me acecha, pero al mismo tiempo me siento recompensada por ese deseo arrebatador, lujurioso, sin límites que hace chirriar la madera del escritorio y teñir de rojo mi cuerpo con el polvo de ladrillos.
Mi admiración por él, el mismo que escribió mi historia en la cárcel cuando Juan Manuel de Rosas lo condenó a la oscuridad y que más tarde me confesó así: “Don Bernardo Victorica usó para conmigo ciertas atenciones que estaban absolutamente prohibidas. Solo, sumido en un calabozo donde apenas entraba la luz del día por una pequeña claraboya, yo no olvidaré nunca el placer que sentí cuando el jefe de policía consintió en que se me permitiese hacer traer algunas velas y algunos libros. Y fue sobre la llama de esas velas que carbonicé algunos palitos de yerba mate para escribir con ellos sobre las paredes de mi calabozo, los primeros versos contra Rosas y los primeros juramentos de mi alma de diecinueve años, de hacer contra el tirano y por la libertad de mi patria, todo cuanto he hecho y sigo haciendo, en el largo período de mi destierro.”
Confieso que leo una y otra vez estas palabras que él me dedicó y llevo impresas en las primeras hojas de mi agenda.
Aterrizamos en Santiago y en dos horas embarcaremos de regreso a Buenos Aires.
Me preparo para cumplir un nuevo ritual en la biblioteca a las doce de la noche, en penumbras con vestido de seda, peinetón y mantilla. Me doy un baño de inmersión en leche tibia con miel para suavizar mi piel y me enjuago con agua de lavandas. Me pongo el uniforme y subo a la máquina poderosa rumbo a Buenos Aires.
Cuatro días después, en el apartado de noticias breves, los diarios comentan: En el umbral de la Biblioteca Popular, en la calle Sarmiento entre Florida y San Martín fue encontrada viva, en postura fetal, una mujer en aparente estado de confusión o perturbación mental.
No lleva objetos personales. Sus bolsillos están vacíos. Su cuerpo habitado por fantasmas. No pestañea ni responde a estímulos auditivos. Su piel delata que es joven. Sus labios agrietados susurran una que otra vez un nombre: “José”. Las autoridades sanitarias dispusieron su traslado al Hospital Fernández. Se solicita la colaboración de la sociedad para encontrar a quienes puedan aportar datos de filiación. Cualquier novedad presentarse en Sala de Guardia. Para facilitar su reconocimiento, se presenta una fotografía de la mujer, extrañamente ataviada con ropaje del siglo XIX.
Susana Ruggiero
Derechos Reservados
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] José Mármol: (Buenos Aires, 1817- id., 1871) Narrador y poeta argentino del romanticismo, perteneciente a la generación de 1837. Es uno de los principales escritores románticos de su país. Su obra más popular es la novela Amalia (1851-1855), alegato antirrosista. Escribió también dramas y poemas políticos.
Susuru- Forero Habitual
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 05/08/2012
Re: Secretos en la Biblioteca
Susana: cómo me has sorpendido...
Cuánto me alegra verte por el Foro
y con ese excelente cuento que, viniendo de una experto como tú,
verdaderamente me llena de entusiasmo.
Gracias por estar y compartir.
Amalia
Cuánto me alegra verte por el Foro
y con ese excelente cuento que, viniendo de una experto como tú,
verdaderamente me llena de entusiasmo.
Gracias por estar y compartir.
Amalia
Re: Secretos en la Biblioteca
Tuve un 2012 muy atareado y actualmente llego de mis vacaciones, por lo tanto siento que a partir de ahora estaré más tiempo aquí.
Beso grandote
Beso grandote
Susuru- Forero Habitual
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 05/08/2012
Re: Secretos en la Biblioteca
Mil gracias por tu presencia. Te quiero amiga generosa.Susuru escribió:Tuve un 2012 muy atareado y actualmente llego de mis vacaciones, por lo tanto siento que a partir de ahora estaré más tiempo aquí.
Beso grandote
Amalia[i]
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