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La poesía de Carlos Bousoño
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La poesía de Carlos Bousoño
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Quise escoger esa frase para comenzar el artículo de hoy pero creo que es bastante identitaria de la poesía de Carlos Bousoño, de quien hablaré a continuación. Espero que les guste.
El cultivo de la lírica en sus diversas facetas
Carlos Bousoño nació en la provincia de Asturias el 9 de mayo de 1923 y es uno de los poetas imprescindibles de su generación. Además de cultivar la lírica se ha desempeñado como crítico literario y es una relevante figura en el ámbito de las letras.
Los temas que siempre atrajeron a Bousoño son aquellos relacionados con la filosofía y las grandes verdades de la humanidad; tal es así que en toda su obra se puede encontrar su inmensa reticencia a temas como la soledad, la muerte, la tristeza y el existencialismo.
Posiblemente su gran fama le vino con su tesis sobre la poesía del poeta Vicente Alexaindre, con la cual concluyó sus estudios de Filosofía Letras. Este trabajo se considera el más profundo de todos los estudios que se han hecho sobre esta importante figura de la Generación del 27.
Después de recibirse, Bousoño viajó al extranjero para dar clases de literatura. Trabajó en Wellesley, Vanderbilt y New York University, entre otros destinos. Además, desde 1980 es miembro de Número de la Real Academia Española, donde continúa trabajando por conseguir un mayor entendimiento del lenguaje y preservar los aspectos significativos del mismo.
Ha sido condecorado en diversas ocasiones por su obra, recibiendo entre otros premios el Príncipe de Asturas de las Letras y el título de doctor honoris causa por la Universidad de Turín (en Italia).
En lo que respecta a su poesía es relevante desde los comienzos. En su primer poemario, titulado “Subida al amor” plasmó la clara diferencia que existía entre los poetas de su generación, entre aquellos que se volcaban por un arte existencialista, y los que preferían abocarse a una escritura más mística y religiosa. Posteriormente vinieron “Primavera de la muerte”, “Oda en la ceniza”, “Metáfora del desafuero” y “El ojo de la aguja”.
Al leerlo no podemos negar el considerable peso que tiene en su pensamiento la corriente existencialista, sin embargo lo más apropiado sería ubicarla entre el simbolismo y la corriente realista.
Uno de los rasgos más característicos de su poesía es el de poder ver la realidad como si se tratase de una metamorfosis de la muerte. La existencia se compone de un conjunto de cambios que se suceden incondicionalmente y que se perfilan entre dos puntos opuestos, la vida y la muerte o más precisamente entre el vivir y el morir.
Por otro lado, a lo largo de toda su poesía podemos descubrir las diversas concepciones que para el autor tuvo la belleza en su creación poética. Tal es así que existen tantas posibles formas de esta como distancia divide el realismo del espiritismo.
Sus protagonistas se debaten entre la belleza y la muerte sin poder escapar a ninguna de ellas.En ese sentido existe toda una simbología bousoñiana que puede ayudarnos a comprender la esencia de este rasgo de su poesía. Los múltiples símbolos que expresan agobia, encierro, opresión, como la encerrona, el callejón sin salida, las amenazas en plena noche.
Y es en este punto en el que realidad y muerte se acercan a un punto inimaginable, estrechando sus lazos y siendo una la consecuencia de la otra, y viceversa.
Su amor por Alexaindre
Pero su pasión por la poesía no se quedaba en la creación sino que iba mucho más allá. Llegando a investigar tan a fondo las razones por las cuales la poesía era, la manera en la que se habían ido construyendo los diversos elementos (comparaciones, metáforas, rimas) a lo largo de los siglos y las diversas generaciones.
Su relevante labor estuvo unida a su entrañable amistad con Dámaso Alonso y otros nombres infaltables de la literatura española. Entre sus ensayos podemos mencionar “Seis calas en la expresión literaria española”, “Teoría de la expresión poética” y “El Irracionalismo poético: el símbolo”, además de su obra sobre la poesía de Aleixandre.
En este estudio plasma los puntos fuertes de la poesía de este poeta. Acercándonos anotaciones sobre las fuentes de las que se nutre toda su obra. Realizando un exhaustivo análisis de las estructuras desde diferentes puntos de vista y aclarando aquellos elementos que podrían pasar desapercibidos pero que, según su riguroso desmenuzamiento era necesario destacar.
Su escritura roza lo científico, sin olvidarse de una de las cosas que hacen posible la poesía desde sus orígenes, la pasión. Y, si de pasión se trata, seguramente nombrar a Bousoño no es exagerar. Ya que muestra una sensibilidad y una afición por los detalles nimios (¿No son acaso ellos los verdaderos protagonistas de este arte?) que lo convierten en una de las lecturas necesarias si de poesía española hablamos, ya sea por sus textos ensayísticos como por su obra poética.
Quise escoger esa frase para comenzar el artículo de hoy pero creo que es bastante identitaria de la poesía de Carlos Bousoño, de quien hablaré a continuación. Espero que les guste.
El cultivo de la lírica en sus diversas facetas
Carlos Bousoño nació en la provincia de Asturias el 9 de mayo de 1923 y es uno de los poetas imprescindibles de su generación. Además de cultivar la lírica se ha desempeñado como crítico literario y es una relevante figura en el ámbito de las letras.
Los temas que siempre atrajeron a Bousoño son aquellos relacionados con la filosofía y las grandes verdades de la humanidad; tal es así que en toda su obra se puede encontrar su inmensa reticencia a temas como la soledad, la muerte, la tristeza y el existencialismo.
Posiblemente su gran fama le vino con su tesis sobre la poesía del poeta Vicente Alexaindre, con la cual concluyó sus estudios de Filosofía Letras. Este trabajo se considera el más profundo de todos los estudios que se han hecho sobre esta importante figura de la Generación del 27.
Después de recibirse, Bousoño viajó al extranjero para dar clases de literatura. Trabajó en Wellesley, Vanderbilt y New York University, entre otros destinos. Además, desde 1980 es miembro de Número de la Real Academia Española, donde continúa trabajando por conseguir un mayor entendimiento del lenguaje y preservar los aspectos significativos del mismo.
Ha sido condecorado en diversas ocasiones por su obra, recibiendo entre otros premios el Príncipe de Asturas de las Letras y el título de doctor honoris causa por la Universidad de Turín (en Italia).
En lo que respecta a su poesía es relevante desde los comienzos. En su primer poemario, titulado “Subida al amor” plasmó la clara diferencia que existía entre los poetas de su generación, entre aquellos que se volcaban por un arte existencialista, y los que preferían abocarse a una escritura más mística y religiosa. Posteriormente vinieron “Primavera de la muerte”, “Oda en la ceniza”, “Metáfora del desafuero” y “El ojo de la aguja”.
Al leerlo no podemos negar el considerable peso que tiene en su pensamiento la corriente existencialista, sin embargo lo más apropiado sería ubicarla entre el simbolismo y la corriente realista.
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La entrañable relación entre realidad y muerteUno de los rasgos más característicos de su poesía es el de poder ver la realidad como si se tratase de una metamorfosis de la muerte. La existencia se compone de un conjunto de cambios que se suceden incondicionalmente y que se perfilan entre dos puntos opuestos, la vida y la muerte o más precisamente entre el vivir y el morir.
Por otro lado, a lo largo de toda su poesía podemos descubrir las diversas concepciones que para el autor tuvo la belleza en su creación poética. Tal es así que existen tantas posibles formas de esta como distancia divide el realismo del espiritismo.
Sus protagonistas se debaten entre la belleza y la muerte sin poder escapar a ninguna de ellas.En ese sentido existe toda una simbología bousoñiana que puede ayudarnos a comprender la esencia de este rasgo de su poesía. Los múltiples símbolos que expresan agobia, encierro, opresión, como la encerrona, el callejón sin salida, las amenazas en plena noche.
Y es en este punto en el que realidad y muerte se acercan a un punto inimaginable, estrechando sus lazos y siendo una la consecuencia de la otra, y viceversa.
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Finalmente, el poeta es como un dios apaciguador, que se ubica entre el mundo y la creación para evitar la catástrofe del vacío. Y posiblemente en este último punto en el que reside toda la originalidad y la grandeza de este poeta. Lo que le ha dado diversos matices a su obra a lo largo de su trayectoria y lo que, indudablemente, lo convierte en un autor imprescindible.Su amor por Alexaindre
Pero su pasión por la poesía no se quedaba en la creación sino que iba mucho más allá. Llegando a investigar tan a fondo las razones por las cuales la poesía era, la manera en la que se habían ido construyendo los diversos elementos (comparaciones, metáforas, rimas) a lo largo de los siglos y las diversas generaciones.
Su relevante labor estuvo unida a su entrañable amistad con Dámaso Alonso y otros nombres infaltables de la literatura española. Entre sus ensayos podemos mencionar “Seis calas en la expresión literaria española”, “Teoría de la expresión poética” y “El Irracionalismo poético: el símbolo”, además de su obra sobre la poesía de Aleixandre.
En este estudio plasma los puntos fuertes de la poesía de este poeta. Acercándonos anotaciones sobre las fuentes de las que se nutre toda su obra. Realizando un exhaustivo análisis de las estructuras desde diferentes puntos de vista y aclarando aquellos elementos que podrían pasar desapercibidos pero que, según su riguroso desmenuzamiento era necesario destacar.
Su escritura roza lo científico, sin olvidarse de una de las cosas que hacen posible la poesía desde sus orígenes, la pasión. Y, si de pasión se trata, seguramente nombrar a Bousoño no es exagerar. Ya que muestra una sensibilidad y una afición por los detalles nimios (¿No son acaso ellos los verdaderos protagonistas de este arte?) que lo convierten en una de las lecturas necesarias si de poesía española hablamos, ya sea por sus textos ensayísticos como por su obra poética.
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