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LA PALABRA - Cuento
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LA PALABRA - Cuento
Estamos al corriente que la memoria tiene cosas inauditas. Uno se acuerda de lo que le conviene de cuestiones, sucesos o hechos plenamente triviales ocurridos añares ha, en algún momento banal de la vida, los momentos realmente grandes, o los que se consideran grandes, como bodas, muertes, cumpleaños o materias estudiadas nerviosamente para un examen luego memorablemente aprobado se olvidan con una viveza bastante suspicaz.
Por eso constantemente estoy esperando paciente a ver lo que salta de mis recuerdos mínimos secretos, lo que hay ahí acumulado en el vertedero de la memoria, y justamente uno de esos momentos, que en realidad no habrá persistido ni diez segundos, hace un tiempo que saltó y ahora está ahí, inmóvil, y si me lo pedirían hasta podría llevarlos al lugar donde aconteció el incidente y pararme en el mismo punto con quizá apenas dos o tres metros de diferencia, siempre suponiendo que el lugar exista todavía.
Es la historia, o más bien historieta, de cuando comencé a cambiar de personalidad. Magnas palabras dirá cualquiera pero en la regresión creo que fue eso, cuando me hice otra sin dejar de ser la primera. Si no se aburren, se lo voy a contar.
Para llegar al momento indicado tengo que darme una vuelta por mi vida transcurrida hasta el preciso momento. Resumiendo: Nací en el campo, conocí poco a mi padre ya que murió cuando tenía cuatro años, de tuberculosis galopante, lo que en 1952, era bastante fácil, mi madre no se volvió a casar.
Y ahí estábamos nosotros, mi madre y yo, mi hermana y mi abuela. Ella decidió trasladarse a la ciudad, ya que con la corta jubilación de viuda ahí no podíamos subsistir. Y sin hombres las tareas del campo eran muy pesadas. Ella hubiera tenido que volver a trabajar y de eso estaba cansada. En cambio la vida en el pueblo, era mucho más barata y además podía trabajar en alguna oficina, mientras nosotras concurríamos a una escuela de Pupilas de niñas.
Y así se hizo.
No voy a entrar en detalles de mis sufrimientos escolares y colegiales hasta entonces.
Las monjas eran estrictas... Dar ánimos, entusiasmar, ni pensarlo. Hasta en las minucias de las naderías mandaba el orden y la disciplina. Desde entonces le tengo asco a la palabra.
Recuerdo más siniestro de esta estupidez disciplinaria: había escrito por mi cuenta y riesgo una composición, como se decía entonces, sobre un tema que no me acuerdo, y muy orgullosa, se lo presenté a la profesora de literatura.
Me lo devolvió al día siguiente con una treintena de faltas de ortografía anotados con tinta roja. Ni un sólo comentario sobre cómo había enfocado el tema, si había utilizado un lenguaje adecuado, sobre el estilo, si hubiera habido alguno, nada de nada. Lo importante eran las faltas de ortografía. Claro, nunca más escribí una composición, perdí las ganas de atender en las clases, molestaba a los demás y todo eso que suele hacer una alumna aburrida y frustrada. Total falta de disciplina.
Comía en el Colegio. Hacía los deberes y comencé a tocar el piano para ocupar horas libres. Tenía poca vida social.
Tampoco me acuerdo cómo al comienzo me entendía con los demás alumnos o profesores en las clases, blanco absoluto en la memoria, hasta ese momento maravilloso al cual alude el título de este relato. Porque remisa a emitir palabras.
Para llegar al punto tengo que dar otra explicación. El colegio tenía en su patio de recreo una cancha de básquet, por lo demás todo abierto, todo pintado de blanco, y un buen piso de cemento liso. Jugábamos bajo la mirada de la profesora, siempre con unas faldas y los bombachudos debajo. Era un colegio bastante caro y exclusivo. A mí me hechizó el juego desde el primer momento y lo aprendí bastante rápido a pesar de que al principio se me ponía la mano derecha tan hinchada que apenas podía volver a agarrar un bolígrafo después de jugar algún tiempo.
Aquel día en que abordé a cambiar de temperamento había exclusivamente niñas de doble apellido, que querían entrar a jugar, y no me daban lugar porque era del campo, rústica dirían algunos…y fue en ese momento en que tengo que haber vociferado yo algo, ya no sé qué, y se hizo un transitorio silencio en mi alrededor inmediato.
Todos quedaron sorprendidos, mis compañeras se me quedaron mirando, y una de las chicas cercanas a mí, dejó caer la frase que desde entonces no se me ha ido de la memoria:
“Oh… la del campo, sabe hablar!!!!!
Y en eso estoy aún, aquí y actualmente, ante ustedes, considerados y afables lectores…
Re: LA PALABRA - Cuento
... lo que salta de los recuerdos...
Únicas verdades, así eres tú,
ni más ni menos. Una persona sencilla,
especial, y talentosa.
Abrazos del amancer del cielo para ti.
FORTUNATO- Forero Constante
- Mensajes : 1350
Fecha de inscripción : 26/10/2012
Re: LA PALABRA - Cuento
Me gustaría saber cuál es la Palabra?
Un saludito
Un saludito
FORTUNATO- Forero Constante
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Fecha de inscripción : 26/10/2012
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