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OMEN - Cosas del el Drac
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OMEN - Cosas del el Drac
Omen
Saber su nombre…
Quién es.
Por qué tanto así
se ceba con el lapso del hombre.
Saber
de su tez de sombra
al acercar su amenaza
de ojo
a la fluida consecuencia
de las cosas.
Se cobra
cuando perpetra su aureola insana
en la mañana clara.
El cielo plúmbeo que se desplaza
aplastando de temor
la epifanía del alma.
Cuando ensombrece la vida
y la sonrisa desfila
hacia un ala quebrada,
¿de quién es la mano fatídica
que deja caer su sino
en la noche ineludible del alma?
En el fragor de la lucha diaria
se asoma velado,
cual fallido quehacer;
pero
¿ de quién es el deseo perverso
que asegura con sevicia
nuestro acervo sufrimiento?
Quiero saber de “eso” que me desola
en mi mayor predicamento;
aquel que obró
y me hizo nacer ciego,
caminante infausto
de su ruta de dolor!
Lo conozco bien en su quehacer;
aunque esto...
¡no impedirá que suceda
lo que me ocurra...!
Lo presiento
cuando la situación procede
con total normalidad.
Nada puede pasar
y sin embargo…
“algo” se desglosa...
la gota colma su vientre de ponzoña
y al caer desata sobre nosotros
su irreparable situación desastrosa.
¡Quién es...!
¡por qué su persecución abyecta!
Tal la mañana infantil
en que descubrí el insulto.
Tras muchas risas e inocencias
la alegría corva del escarnio.
Y de haber vivido con ilusión
al cristal lo volvió filo,
y llenó las bocas de vituperios
y de un acre sabor amargo.
¡Oh, su especial beneplácito
en desbaratar la fe!
Sodomizar la fidelidad,
pervertir el amor;
encumbrar al dinero y a su prole,
y la infamia y la mentira
como bálsamo o fuente
de toda virtud.
¡De quién es
la sombra siniestra
que me persigue,
cual lejana sensación
de otro tiempo!
tal parece que viniera
a frustrar cuanto edifico
y a tronchar
mis más caros anhelos!
¡Quién es!
¡quiero saberlo...!
enfrentarlo
con mi ardiente corazón latiendo
férreamente
a un costado de mi pecho!
¡Quién es!
mis brazos son impotentes
para hacerle frente
y mi mente marcha en procesión rigurosa
a la saga contrita de mis rezos.
Enloquecidos se irán
perorando sus sofismas
los que abrazaron sus pretextos;
pero al cabo del tiempo,
parirá de ellos
sólo recuerdos muertos.
¡Y nadie lo sabrá..!
también nosotros estaremos MUERTOS...!
Saber su nombre…
Quién es.
Por qué tanto así
se ceba con el lapso del hombre.
Saber
de su tez de sombra
al acercar su amenaza
de ojo
a la fluida consecuencia
de las cosas.
Se cobra
cuando perpetra su aureola insana
en la mañana clara.
El cielo plúmbeo que se desplaza
aplastando de temor
la epifanía del alma.
Cuando ensombrece la vida
y la sonrisa desfila
hacia un ala quebrada,
¿de quién es la mano fatídica
que deja caer su sino
en la noche ineludible del alma?
En el fragor de la lucha diaria
se asoma velado,
cual fallido quehacer;
pero
¿ de quién es el deseo perverso
que asegura con sevicia
nuestro acervo sufrimiento?
Quiero saber de “eso” que me desola
en mi mayor predicamento;
aquel que obró
y me hizo nacer ciego,
caminante infausto
de su ruta de dolor!
Lo conozco bien en su quehacer;
aunque esto...
¡no impedirá que suceda
lo que me ocurra...!
Lo presiento
cuando la situación procede
con total normalidad.
Nada puede pasar
y sin embargo…
“algo” se desglosa...
la gota colma su vientre de ponzoña
y al caer desata sobre nosotros
su irreparable situación desastrosa.
¡Quién es...!
¡por qué su persecución abyecta!
Tal la mañana infantil
en que descubrí el insulto.
Tras muchas risas e inocencias
la alegría corva del escarnio.
Y de haber vivido con ilusión
al cristal lo volvió filo,
y llenó las bocas de vituperios
y de un acre sabor amargo.
¡Oh, su especial beneplácito
en desbaratar la fe!
Sodomizar la fidelidad,
pervertir el amor;
encumbrar al dinero y a su prole,
y la infamia y la mentira
como bálsamo o fuente
de toda virtud.
¡De quién es
la sombra siniestra
que me persigue,
cual lejana sensación
de otro tiempo!
tal parece que viniera
a frustrar cuanto edifico
y a tronchar
mis más caros anhelos!
¡Quién es!
¡quiero saberlo...!
enfrentarlo
con mi ardiente corazón latiendo
férreamente
a un costado de mi pecho!
¡Quién es!
mis brazos son impotentes
para hacerle frente
y mi mente marcha en procesión rigurosa
a la saga contrita de mis rezos.
Enloquecidos se irán
perorando sus sofismas
los que abrazaron sus pretextos;
pero al cabo del tiempo,
parirá de ellos
sólo recuerdos muertos.
¡Y nadie lo sabrá..!
también nosotros estaremos MUERTOS...!
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