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El Ñu- cosas de El Drac
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El Ñu- cosas de El Drac
El Ñu
Alimañas voraces
atacaban en posta una manada de ñus.
Una vez acorralado, el infortunado,
mugía,
daba coces.
Desgarraban sus carnes a jirones
las zarpas,
los colmillos asesinos de sus victimarios;
hasta que llegaron otras fauces,
más garras impunes
a clavársele en la estremecida piel.
En vano desgañitaba pidiendo ayuda
a algún hermano;
el cielo era inmensamente azul
y ninguno venía a socorrerle
al áureo incendio de la sabana.
La sangre corría por doquier.
Algunos miraban de lejos,
otros cabeceaban nerviosamente
impotentes a detener el terror;
otros husmeaban escarbando
el sanguinolento olor de la tierra
que, empapada de sangre,
abría los brazos a la nueva víctima
destrozada por las fieras.
Al final, desesperado el ñu,
se dejó morir;
y mirando a sus miles de hermanos
temerosos del feral
de un puñado de carniceros
una absurda interrogante
pareció asumir:
Un “Por qué”
se asomó a él
como dolor adormecido y claro
en el desértico paisaje africano.
Mientras devorado era
el silencio se volvió pesado,
el mundo estático.
Y en la luz atizada de la tarde
resplandeciente el sol,
pesó más que el espejismo de oro
de todo lo que convertía.
El ñu muerto
era un amasijo de vísceras,
de piel desollada y herida;
y allá,
al fondo del horizonte oscuro
miles de conciencias
aún más ensombrecidas
teñíanse de luto e indiferencia .
Uno,
dando por cerrado el capítulo,
partió a galope…!
todos lo siguieron
dejando en la polvareda
la sangrienta tragedia del hermano ñu
y no saber quién será el próximo
al que elijan devorar las fieras…
……………………………
podrías ser tú.
Alimañas voraces
atacaban en posta una manada de ñus.
Una vez acorralado, el infortunado,
mugía,
daba coces.
Desgarraban sus carnes a jirones
las zarpas,
los colmillos asesinos de sus victimarios;
hasta que llegaron otras fauces,
más garras impunes
a clavársele en la estremecida piel.
En vano desgañitaba pidiendo ayuda
a algún hermano;
el cielo era inmensamente azul
y ninguno venía a socorrerle
al áureo incendio de la sabana.
La sangre corría por doquier.
Algunos miraban de lejos,
otros cabeceaban nerviosamente
impotentes a detener el terror;
otros husmeaban escarbando
el sanguinolento olor de la tierra
que, empapada de sangre,
abría los brazos a la nueva víctima
destrozada por las fieras.
Al final, desesperado el ñu,
se dejó morir;
y mirando a sus miles de hermanos
temerosos del feral
de un puñado de carniceros
una absurda interrogante
pareció asumir:
Un “Por qué”
se asomó a él
como dolor adormecido y claro
en el desértico paisaje africano.
Mientras devorado era
el silencio se volvió pesado,
el mundo estático.
Y en la luz atizada de la tarde
resplandeciente el sol,
pesó más que el espejismo de oro
de todo lo que convertía.
El ñu muerto
era un amasijo de vísceras,
de piel desollada y herida;
y allá,
al fondo del horizonte oscuro
miles de conciencias
aún más ensombrecidas
teñíanse de luto e indiferencia .
Uno,
dando por cerrado el capítulo,
partió a galope…!
todos lo siguieron
dejando en la polvareda
la sangrienta tragedia del hermano ñu
y no saber quién será el próximo
al que elijan devorar las fieras…
……………………………
podrías ser tú.
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